HORA CAMPESINA
La tarde muere entre fragancias lilas
abismando el paisaje en su tristeza;
dilátanse las charcas cual pupilas
que eclosionan quimérica belleza.
El ronco bronce de la Iglesia reza
la oración a las almas intranquilas;
desmáyanse, llorando, las esquilas
mientras la luna a dibujarse empieza.
Allá, por la llanura perfumada,
donde la tarde más y más se mustia,
apíñase, gimiendo, la vacada…
Rasga un vaquero la doliente calma
con una copla de viril angustia,
y parece que el campo tuviese alma…
Sabanas de Guanare 24 de febrero de 1.921