VIENDO A JESÚS HUMILDE

 VIENDO A JESÚS HUMILDE

Señor, yo tengo el alma llena de duelo y sombra
solo una voz escucho que con amor me nombra:
La gran voz del cariño que a mi dolor se aúna
y con la luz del sol me da un rayo de luna…

De espinas venenosas cubriéronme el camino
por donde iba alegre con mi sueño aladino,
respirando aires puros de nobles esperanzas;
pero en cada recodo halle sólo acechanzas…
La infamia, la calumnia, el odio torpe y cruel
me llenaron las venas y el corazón de hiel.

Si, amaba, amaba mucho con ardor infinito,
en el mal no creía, sino cuando dió el grito
estertóreo y rotundo, cual fiera agresora;
y el espanto fue en mi alma una sombra invasora.

Yo llevaba en las manos un manojo de rosas
y en la cabeza un musical tropel de mariposas.
Señor: Yo tengo el alma llena de duelo y sombra;
y tu voz sólo escucho que con amor me nombra.

                       Guanare, 1.926

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